Hola, soy Alex Rayón Jerez. De #bilbao y #millennial (por los pelos).
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📷 Una imagen
Media España me ha enviado la imagen que os adjunto. Algunos medios incluso titularon que Nadal había vencido al algoritmo o que la Inteligencia Artificial tampoco podía con Nadal. No seré yo el que reste mérito a un deportista como Nadal. Pero sí creo que es importante explicar qué significa una probabilidad no determinística del 4%. Para interpretar este valor, debemos entender algo básico de la estadística: la Ley de los Grandes Números. Esto vendría a explicarnos que si fuéramos capaces de repetir la final del Open de Australia, con las mismas condiciones y contexto un número importante de veces, Nadal hubiera ganado solo un 4% de las veces. Medvedev, por lo tanto, un 96% de las mismas. Desde 1965 un finalista no gana la final yendo 2-0 abajo. Esto no contradice ningún algoritmo. La victoria de Nadal es estadísticamente hablando un suceso anómalo. Quizás es incluso un jugador anómalo 😀. El problema lo tenemos cuando tratamos de interpretar una probabilidad como algo determinístico. Algo que “va a ocurrir”. Una estimación probabilística nunca estará “bien” o “mal”. Es eso; probabilística. La moralización de la sociedad, como veis, también llega a los algoritmos. Pero es que los resultados con poca probabilidad también pueden darse. Una pandemia es un suceso poco probable, por ejemplo. En un mundo de incertidumbre, la probabilidad te ayuda a tomar (mejores) decisiones. Si crees que habrá condiciones futuras similares, la información pasada puede ser un buen punto de partida. Pero hay que adecuar las probabilidades a los contextos. Frecuentistas vs. Bayesianos, vaya.
📚 Cinco lecturas
Esta semana, hemos sabido que Facebook (Meta) perdía usuarios (activos) por primera vez en su historia. Las acciones cayeron un 26%, la peor caída en un mismo día registrada en la historia de la bolsa norteamericana (batiéndose a sí misma, de hecho). Mark Zuckerberg, para variar, con poco respeto hacia las capacidades cognitivas del resto de Homo Sapiens, lo achaca a la transición del negocio de “las redes sociales” al “metaverso” (¿¿??). Más bien parece explicarlo los cambios de Apple y sus restricciones sobre cesión de datos de usuarios. Cuando tu negocio y valor se fundamenta en espiar a la gente sobre su inconsciencia, ¿nadie se pregunta cuántos años les pueden quedar a estas empresas? Las regulaciones que vienen, no pintan bien para Google y Facebook. Si eres una empresa que fundamentas ahí tu inversión, quizás debieras ir interesándote por los contenidos y la construcción de medios propios (comunidades como esta newsletter, por ejemplo).
Creo que no tenemos una sociedad madura para usar Whatsapp. Comunicaciones que se podrían resolver por otros canales, acaban frecuentemente en hilos interminables de whatsapp. De los grupos, ni os hablo. Los datos avalan esto. En 2014, en EEUU, los mensajes de texto superaron ya a las llamadas. Los millennials incluso se declaran enemigos de las llamadas y las comunicaciones síncronas. Esto, se debe en buena medida a ese fenómeno de ocupación del espacio público que han provocado herramientas como Instagram, Whatsapp o Facebook Messenger. De alguna manera nos hemos impuesto como sociedad un modelo de comunicación instantánea sin pensar en el receptor y su disponibilidad. Un modelo de relación además que no tiene inicio y fin. Es un continuo. Suelo diferenciar a los usuarios de Whatsapp entre aquellos que te despiden una conversación y aquellos que no. Aquellos que venimos de la era del teléfono fijo, nos despedimos. Aquellos que han crecido en esta era digital y social, no. Piensan que la conversación debe ser continua, sin detención. No se despiden. Muchos y muchas ni saludan. Lo sé, estoy mayor. Si no fuera por la gente interesante con la que solo puedo dialogar por WhatsApp, me iría de ahí. Estoy en un dilema.
Llevo un tiempo trabajando mucho temas del campo de la economía del comportamiento (Behavioral Economics o BECO). Se trata de una rama de investigación en auge, como demuestra la concesión del Premio Nobel de economía a Richard H. Thaler en 2017. Se trata de una rama del conocimiento que combina los principios de la psicología, sociología y economía para comprender y predecir las decisiones económicas y financieras que toman las personas. Lógicamente, si entendemos los incentivos (racional) y conductual (instintos y automatismos), podremos influir en ellos. Un ejemplo de ellos es un artículo publicado en PNAS que expone cómo el texto enviado por SMS podría ser determinante para convencer a la gente de que se vacune contra la COVID-19. Términos como “te está esperando” o “reservada para ti”, un lenguaje de “propiedad”, parece que nos activan más. Thaler ya habló de esto: aquello que sentimos nos pertenece, nos moviliza. Si tienes un eCommerce o vendes algo por Internet, quizás te pueda interesar para escribir tus textos (copywriting y estas cosas…).
La Pianola, obra de de Kurt Vonnegut publicada en 1952, describe una distopía en el que las máquinas han conquistado el trabajo de los humanos. Fue una novela que generó mucha reflexión en su día. La sociedad se preocupó porque la distopía se convirtiera en realidad. Sin embargo, después vino una época dorada para el mundo del trabajo; la clase media creció rápidamente, y los salarios también. Las máquinas ayudaron a que las empresas fueran más robustas. Los trabajadores aprendieron a manejarlas y a aportar valor a partir de su interacción con los robots. En 2022, encontramos un paper que viene a decir lo mismo: los robots solo cubren vacantes y no destruyen empleo. Gracias a la robotización, las firmas se vuelven más competitivas, crecen y contratan más. Es algo que la literatura (no solo económica) más reciente lleva años diciendo.
¿Cuánto nos ha cambiado Google? Mucho. Especialmente, en dos procesos mentales: la atención y la memoria. El modelo de negocio de la gran mayoría de los servicios digitales gratuitos que usamos se fundamentan precisamente en monetizar nuestra atención. En 2014, un grupo de investigadores de la universidad de Stanford concretó que cambiamos cada 19 segundos de contenido en un ordenador (pestañas, pantallas, aplicaciones, etc.), consumiendo hasta un 75% de todo lo que tenemos en nuestras pantallas en menos de un minuto. Por otro lado tenemos la memoria. La memoria episódica (qué comí ayer), semántica (cuándo fue la Revolución Rusa), procedimental (cómo hacer una tortilla de patata) o transaccional (saber que en el diccionario podemos encontrar el significado de las cosas) nos han ayudado a evolucionar y desarrollarnos. Esta última, es la que más nos ha ayudado a desarrollarnos como sociedad. Nuestros padres y madres, profesores y profesoras, y los libros, guardaban este conocimiento ancestral para aprender a ser ciudadanos del mundo. Ahora está en Google. Cuidado con usar tanta herramienta digital.
🔊 Un audio
Estos días he descubierto el podcast de Ferrovial llamado “Sonidos de infraestructuras”. Secretos e historias detrás de algunos de los proyectos de infraestructura más grandes del mundo. Lo descubrí, con la fascinante historia de la construcción del Guggenheim en la capital de Europa. Más allá del hecho en sí, lo interesante es cómo las empresas van entendiendo lo que decíamos antes: contenido y comunidad propio, un binomio necesario para trascender de Google y Facebook.
💬 Un comentario en redes sociales
Es evidente que Internet tiene un cada vez mayor problema con los bots. Un bot viene a ser un programa que simula tener conversaciones con nosotros, que interpretan nuestros deseos, y ejecutan acciones en consecuencia. En definitiva, un bot compra algo en una tienda online, reserva un billete de avión o pide que venga un coche autónomo como Kitt a recogernos a un sitio concreto, siempre que una persona le haya dado una orden. Hay muchas marcas que se quejan que “Internet está repleta de bots”. No digo que no. Lo que digo que no es tan difícil subsanarlo con una buena estrategia de datos ;-)
🎲 Una lectura aleatoria
Estos días, el gobierno de España, ha aprobado la “Ley por el Derecho a la Vivienda”. Dicen que “La norma refuerza el quinto pilar del Estado del Bienestar, favorece el acceso a la vivienda a precios asequibles, protege de las situaciones de vulnerabilidad y combate la especulación inmobiliaria”. En la práctica, esta ley empezará a controlar los precios. Yo entiendo que gobernar absorbe muchos recursos temporales. Yo entiendo que no se puede saber de todo. Pero supongo que para eso están los asesores o los científicos, ¿no? Numerosos países han hecho cosas parecidas en la pasado. Y la evidencia empírica es tan amplia que no sé por dónde empezar a citar. Lo resumiré en tres: este paper fundamental de Assar Lindbeck argumentando como el control de precios de alquiler es la mejor fórmula de destruir una ciudad. Este otro, mostrando cifras alarmantes de la reducción de la oferta (la ley busca justo lo contrario). Un problema que puede aún ser mayor en España, con una de las ofertas de alquiler más reducidas de todo Europa.
📰 En medios
“El metaverso, una inversión real para dominar el mundo de lo virtual” [RTVE, 29/1/2022]
“The metaverse, a real investment to dominate the virtual” [Plainsmen Post, 29/1/2022]
“El Salvador: primer país Bitcoin” [Deia, 30/1/2022]
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Hace unas semanas escribistes de la falta de tino de SecondLife respecto a la oportunidad y no sé si la historia se está repitiendo con Meta ahora. La diferencia ahora más que la tecnología es el chorro de dinero que está recibiendo esa burbuja pero ahí están los mercados al parecer con un poco de sentido.
Muy bien jugado lo de Capital Europea ;-)
Respecto a la regulación del alquiler, en ciudades que tuve la suerte de vivir, trabajar o visitar no ha funcionado: se restringe la oferta y los precios escalan a su máximo permitido, los inquilinos terminan congestionando otras ciudades o barrios dormitorios, en fin... Alguien ha estudiado este tema con un enfoque sistemico por ejemplo? La dictadura del YA
Eskerrik asko Alex.
Siempre una lectura fresca, interesante y afinada.
Tengo una consulta respecto a los bots.
Besarkada bat