📷 Una imagen
Estos días se han celebrado los “World Emoji Awards”. Quizás es la primera vez que leéis sobre ello. Un emoji es un carácter, visualizado con un icono, se ha ido colando en nuestras sociedades como un carácter de uso y expresión más. Hay un total de 3.521 según Unicode Standard. Su uso no para de crecer. Y, por ello, son una buena herramienta para entender lo que realmente nos preocupa de nuestras sociedades. Por ejemplo, el 💉 registra picos históricos y una subida espectacular desde Diciembre de 2020. Sobran las explicaciones. 😭 ha superado a 😂 en Twitter. ¿Estaremos más tristes que felices ahora mismo? 😃👍 , que representa a la categoría de caritas y gestos con los dedos de la mano, sigue siendo la categoría más popular. ✈️, el emoji con mayor caída. El ranking de los 10 más utilizados en Twitter en 2020: 😂, 😭, 🥺, ❤️, 🤣, ✨, 😍, 🙏, 🥰 y 😊. Una auténtica mina de datos para entender el sentimiento de una sociedad y su estado emocional. Todos los resultados, aquí. ¿Cuál es el emoji que más has utilizado tú?
📚 Cinco lecturas
La Unión Europea quiere que las transferencias con Bitcoins y otros cripto-activos sean más trazables. El terrorismo y el blanqueo de capitales, parece que son los principales motivos que les están empujando a tomar esta medida. La nueva regulación que quiere impulsar la Comisión busca también que las carteras anónimas que permiten tener cripto-activos custodiados pierdan su anonimato. Esto obligaría a las entidades que gestionan estos activos digitales a proveer el nombre, la dirección, la fecha de nacimiento y la cuenta, como ya tienen que hacer los bancos tradicionales. Esta regulación requiere todavía la aprobación de los estados miembro y del Parlamento Europeo. Pero nos deja entrever que si queremos que sean activos financieros y divisas digitales, el partido de juego debe tener las mismas normas para todos los jugadores. Algo que la “banca tradicional” lleva tiempo reclamando.
Si buscáis en Youtube “obama deep fake” y veis el primer vídeo que os lista, seguramente al terminar no salgáis de vuestro asombro. Sí, se trata de un vídeo en el que Obama afirma que Trump es “un completo idiota”. No os alarmeis, es un vídeo falso. Es un montaje realizado con técnicas de inteligencia artificial que permiten crear noticias falsas en formato audiovisual. Es lo que se ha venido a bautizar como deepfakes, que podríamos traducir como “mentiras profundas”. Se trata de algoritmos realmente complejos que aprenden las características de una fuente de datos determinada -imágenes de Obama en este caso-, para luego generar ejemplos de esos datos con dichas características desde cero. Estamos hablando de un tema demasiado serio como para simplemente lamentarnos. Tal es así que las propias empresas que han construido estas herramientas de manipulación, están poniéndose manos a la obra. Adobe, la empresa dueña de Photoshop, ha creado junto a investigadores de la Universidad de Berkeley un área de análisis forense de imágenes manipuladas usando su herramienta Face-Aware Liquify. Una herramienta de inteligencia artificial para detectar una trampa creada por otra solución de inteligencia artificial.
En este espacio, he hablado con anterioridad sobre la oportunidad que tiene España de poder aprovechar una de sus ventajas comparativas: un clima inigualable a un precio de coste de vida inigualable (en términos relativos; que esto no es solo ganar dinero, si no también saber en qué y cómo se gasta). Esta ventaja comparativa nos permitiría atraer talento para tele-trabajar, que entiendo será parte de lo que deje esta pandemia. Esa tan cacareada “aceleración de tendencias” que ha traído la pandemia, nos adelanta una era en la que los “remoters” podrán elegir dónde trabajar en muchas ocasiones. Pero, el clima y el buen equilibrio de ingreso-gasto, no creo que sea suficiente. El humano responder a incentivos. Por ello, leer que los trabajadores que se vayan a vivir a las regiones del Sur de Italia podrán tener exenciones en el pago de impuestos de sus ingresos de hasta el 90%, me hace pensar que este emprendimiento político es la guinda que le falta al pastel. Además, se trata de vivir allí, no de trabajar allí. Esto es entender el teletrabajo. No sé si esa medida es suficiente, pero creo que deberíamos pensar más en ello.
Las diferentes generaciones que se han criado en contextos sociales de cambio han quedado muy marcadas por sus principales transformaciones. Las guerras mundiales o la revolución industrial, marcaron a generaciones y sus preferencias. Estamos en medio de una vida digital. En este artículo de Jess Garlick, el autor propone uno de los comportamientos que ha traído la era digital a los que solo han conocido esta vida: el extremismo. Lo explicamos. Los que nacimos antes de 1990, hemos conocido un mundo sin Internet. Por ello, entramos y salimos de Internet con facilidad (recuerdo todavía la expresión “me desconecto” como si fuera ayer…). Sin embargo, los post-90, ven Internet como un continuo. Una vida expresada en espacios digitales. Y, por lo tanto, una vida condicionada por lo que la algoritmia de esos espacios digitales quiere: hay numerosas evidencias de cómo los algoritmos fomentan los extremos. ¿Nos estamos polarizando más que nunca? ¿Será la política o la vida social un espacio de “sí” o “no”?
El aumento que están experimentando las bandas de ciber-delincuencia en torno al ransomware (secuestro de archivos para liberarlos con pagos de rescates) está alterando el modelo de negocio de los seguros. Las primas que venían pagando las empresas no han sido suficientes para cubrir las pérdidas, por lo que las aseguradoras están subiendo los precios a un ritmo vertiginoso. Parece lógico; los ataques de ransomware representan hasta un 75% de todas las reclamaciones por ciberdelitos. Hace apenas cinco años, tenían menos de un 1% de reclamaciones por este delito.
🔊 Un audio
Esta entrevista en “Así empecé” a Elena Betés, fundadora de Rastreator, es más que recomendable. Intentó hasta en dos ocasiones montar un comparador de seguros online. No salieron esos proyectos. Sin embargo, en 2009 lo volvió a intentar con Rastreator. No solo llegó con esta nueva solución llegar a ser líder en España, si no también exportar el modelo a otros países. Vendió la plataforma en 2020. Espectacular.
💬 Un comentario en redes sociales
Llevo un tiempo hablando de la globalización de la superficialidad en las redes sociales de exposición visual. Especialmente en aquellas que lo ponen más fácil, como Instagram. El economista Thorstein Veblen, ya nos habló en el Siglo XIX del consumo ostentoso: la tendencia que tenían los ricos a consumir solo por ser vistos haciéndolo. La vida urbana, la publicidad que crecía y el auge de los medios de comunicación iban a ayudar en ello. Hoy, eso ya no es solo para los ricos. La parte que debe hacernos reflexionar es la instantaneidad y superficialidad de la sociedad en esta era de la exposición. No es éste un artículo para determinar las causas sociológicas y antropológicas del devenir de los humanos a estas conductas. Pero sí uno para alertar que en la era de la comunicación audiovisual -especialmente empujada por Instagram-, algunas cosas se nos están yendo de las manos. Instagram, como metonimia de la era social y digital de la exposición, nos ha cambiado en cierto modo. Y mi pregunta, con este tipo de transformaciones, siempre es generacional: ¿cómo serán los hijos e hijas de esta generación? Si se educan viendo esto constantemente, ¿lo rechazarán o impulsarán más aún? Booking ha publicado un estudio en el que entre los numerosos guarismos que incorpora, son varios los que denotan la superficialidad de nuestra sociedad. En España, un 21% de las personas que viajan prefieren alojarse en lugares que pueden fotografiar; un 19% aspira a convertirse en influencer (sic); un 13% se fija en lo que sus referentes físicos e intelectuales (sic) ha elegido en sus vacaciones; y otro 6% ha subido una fotografía a sus redes sociales de alojamientos en los que ni siquiera había estado.
🎲 Una lectura aleatoria
Desde que arranqué esta newsletter, muchos/as me han preguntado por el motivo para ello. ¡Cómo sacas tiempo para ello!, me dicen muchos/as. Bueno, quizás es que es parte de un proceso. Cada día que pasa, tengo más clara la importancia de escribir. Ser capaz de describir con precisión un fenómeno requiere de observación, curiosidad por profundizar en el mismo, evitar caer en sesgos de causa-efecto, pensar en cuestiones contra-intuitivas, etc. Una forma de comprender los sistemas complejos es describiéndolos en detalle: trazando un mapa de sus partes, sus múltiples interacciones y cómo cambian a través del tiempo. En definitiva, creo que en un mundo tan complejo como éste, es más necesario que nunca dedicar tiempo a procesar las ideas, compartirlas y recibir feedback para conformar una visión más sólida. De eso y mucho más, en este artículo, que recomienda libros sobre cómo aprender a pensar y a escribir. Buenas lecturas de verano.
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