📕 # 61 Dejar grupos de WhatsApp está muy mal visto
Semana 61: Fake news y deadbots como problemas emergentes
Hola, soy Alex Rayón Jerez. De #bilbao y #millennial (por los pelos).
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📷 Una imagen
Solamente uno de cada diez escolares de la OCDE es capaz de distinguir hechos de opiniones. Según este estudio de la Universidad de Oxford, titulado “Industrialized Disinformation”, en 2020, 81 países utilizaron estrategias diseñadas y dirigidas de desinformación. Lo hacen con bots programados para generar noticias virales (sí, también se puede diseñar algo viral), que generen crispación (¿les suena cuando leen algún titular que les “provoca”?) y controversia. Bots que desvían la atención a los temas que al gobierno de turno le interesa. La desestabilización y la creación de un ruido continuado ayuda mucho en lo que los analistas llaman ya “guerras de influencia”. ¿Qué solución existe? Difícil cambiar algo cuando todo pasa alrededor de la educación y la toma de conciencia, que son caminos de largo plazo y que desgastan mucho. Si miramos este paper sobre la preparación de los jóvenes para detectar noticias falsas, no podemos ser muy optimistas. España, está muy por debajo de su posición en otras cifras macro, justo en la media de la OCDE. Sabemos que la media no es el mejor estadístico de la historia en presencia de mucha dispersión, pero sí parece apuntar a un problema. Un problema que se resume en que no somos la generación mejor informada, si no la que tiene más información a su disposición, que no es lo mismo.
📚 Cinco lecturas
En mayo del 2019, escribí este artículo que titulé “Vídeos sexuales, venganzas y redes sociales”. Decía que: ”… si en un momento dado recibes un vídeo privado de manera consentida, pero luego, el emisor, cancela el consentimiento, deberás borrar el vídeo (algo que parece que en la era digital nunca se hace). Pero el delito excede al origen de la difusión. También habla de las personas entre medio de la cadena que ayudan a su viralización. Acceder o facilitar el acceso a un tercero a un vídeo privado, también es delito. En definitiva: mejor bórralo y ayuda a frenarlo.“
Escribí aquello a raíz de la viralización de un vídeo de una mujer que acabó suicidándose. Estos días he sabido que, difundir imágenes o vídeos íntimos sin consentimiento se castigará con pena de cárcel y que compartirlo se sancionará con una multa. No quiero cerrar esto sin citar una obviedad: la virtud no está solo en no difundir un vídeo privado, sino también en ser alguien a quien nadie se lo envía. Pero lo sé, dejar grupos de WhatsApp está también muy mal visto.El informe “Consumir, crear, jugar”, expone unos datos realmente preocupantes sobre el uso de las tecnologías digitales por parte de los jóvenes. Prácticamente un 80% de los jóvenes utiliza las tecnologías digitales para actividades de ocio digital todos los días. Un total de siete horas diarias, concretamente. ¿Y qué es lo que hacen? Consumir contenido en redes sociales y también crearlo (en un porcentaje algo inferior). Es esto un ejemplo más de la necesidad que tiene la sociedad actual no solo de exteriorizar su vida, si no también de conseguir un refuerzo social por aquello que hace. Y es que los mecanismos de refuerzo que tienen las redes sociales es lo que más les atrae. Saber el “qué pensarán de esto que he hecho”, esa incógnita de la reacción humana, ya dijimos hace unos días, y basándonos en el libro “Hooked”, es lo que realmente mantiene adicta a esta generación a los mecanismos de las redes sociales. Este espacio continuado de ocio ha llevado a que, según el citado informe, un 33% de estos jóvenes quiera dedicarse profesionalmente a la creación de contenidos digitales. Es lo que popularmente llamamos ser “influencer”. Apaga y vámonos.
El uso de los sistemas de recomendación de noticias no para de crecer. Es decir, hemos pasado de una era en la que viajábamos abriendo periódico a periódico (pestañas diferentes), a usar sistemas que agregan esas noticias y nos las sirven. Esto no sería un problema (¿os acordáis de los feeds de noticias de mediados de la primera década de los 2000?) si no fuera porque ahora está todo intermediado por algoritmos. Según cuenta este artículo, esta tendencia creciente introduce dos problemas: (1) Es un algoritmo el que moldea nuestra realidad (al final es el que elige qué leemos); (2) La falsa percepción de estar bien informados, hace que nos sintamos más seguros en las decisiones, a pesar de no ser conscientes que es un algoritmo el que está decidiendo lo que nos gusta. En este punto es siempre importante recordar que uno de los principales alimentos de los algoritmos es el sesgo de confirmación: nos gusta leer aquello que confirma nuestras creencias. Menos algoritmo, más navegar.
No sé si han oído hablar de los deadbots. Como saben, un bot es aquel programa informático que emula el comportamiento humano en alguna faceta. Los bots conversacionales, pueden imitar el diálogo que podríamos mantener con una persona. Si es “dead”, su propio nombre indica que es hablar con alguna persona fallecida. Ante el dolor que esto puede causar, existen ya algunos proyectos que están tratando de acompañar a personas en el duelo recuperando la memoria de la persona fallecida con un robot. Es el caso de Joshua Barbeau, que perdió a su novia con 26 años. Haciendo uso del proyecto December, que permite construir una interfaz conversacional, simulaba diálogos con su prometida fallecida. Joshua se sentía realmente feliz dialogando con el robot. Más allá de consideraciones sentimentales, este proyecto se convierte en un nuevo episodio de la necesidad que tenemos por darnos cuenta de los espacios de la sociedad donde se abren nuevas fronteras de reflexión alrededor de la moral y la ética.
Los centros de datos son de esas infraestructuras que pasan desapercibidas en el día a día pero que son de vital relevancia. Es, sin ir más lejos, la base de la economía digital. Y la inversión en España no para de crecer. Sin esos centros, es imposible que se trabaje la materia prima del sector: el dato. España tiene una posición privilegiada para lanzar el sector: su ubicación estratégica y las interconexiones submarinas (ayuda ser una península) y terrestres con Europa, África y América, ayudan a que la inversión no parece de crecer. Somos un país con un mercado energético estable, que apuesta por las energías renovables y un ecosistema empresarial de fuerte componente tecnológico. La llegada de los grandes proveedores de Cloud (Google, Amazon, Azure, IBM, Oracle, etc.) es una buena noticia. ¿Qué falta? Talento especializado. Claro, trabajar en un centro de datos es menos sexy para poner en LinkedIn.
🔊 Un audio
El podcast de el Washington Post ya os lo he recomendado en anteriores ocasiones. Lo que más me gusta y la razón por la que es otro de esos que escucho todos los días entre semana es por la calidad de los especialistas que invitan para tratar cada punto. Es espectacular la cantidad de talento que se puede descubrir de especialistas en cada rama.
💬 Un comentario en redes sociales
Me hace especial ilusión deciros que mañana lunes estaré grabando un especial “Entre Polymatas” sobre redes sociales, inteligencia artificial y descentralización con Val Muñoz de Bustillo. Desde que lanzó Polymatas, lo he recomendado en muchas ocasiones. La polimatía me parece fundamental en tiempos donde hay que moverse en la superdiversidad. Os animo a participar con vuestras preguntas entrando aquí.
🎲 Una lectura aleatoria
“Por qué el ‘mass shooting’ se ha convertido en un problema crónico en Estados Unidos” es el titular de este interesantísimo artículo en Jot Down. Una semana más, y otra atrocidad más en EEUU, que vuelve a sacar el debate de por qué ocurre esto con tanta frecuencia en el (aún) país más poderoso del mundo. Primero, las cifras: EEUU tiene una tasa de homicidios de 4,88 muertos por cada 100.000 ciudadanos, más alta que Australia (0,51) e incluso países como Albania (2,28). Sin embargo, la criminalidad en Estados Unidos no es mayor que en otros países, pero sí es más letal. ¿Por qué? El acceso a las armas. La profesora Jilian Peterson explicó que los mass shootings habían descendido en Estados Unidos en 2021 porque el impacto mediático del COVID-19 había quitado un desencadenante: imitar a otros que han acabado siendo famosos y salen en los medios. Es un problema multicausal, pero los datos nos hablan de un primer punto de partida.
📰 En medios
“¿Has pensado en tokenizarte?” [Deia, 22/5/2022]
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