# 19 Conciertos online millonarios en un videojuego
Semana 19: Qué buscamos en Google antes de la nueva Belle Époque
📷 Una imagen
Los recursos naturales de la tierra no son infinitos. Supongo que hasta aquí estaremos de acuerdo. Sin embargo, parece que nuestro comportamiento no es coherente con esta idea. Cada año, los devastamos a mayor rapidez. Es decir, no es tanto saber que no dan para todo lo que hacemos, si no que además, los consumimos cada vez más rápido. Earth Overshoot Day es una fecha que calcula cada año el fondo World Wildlife y otros grupos medioambientales. Refleja el día del año en el que la humanidad utiliza más recursos (energéticos, alimenticios, etc.) de los que el planeta puede regenerar. En un planeta sostenible, la imagen tendría una línea plana en el 31 de diciembre. Este año, ha sido el 29 de julio. Como veis, salvo el año del comienzo de la pandemia, cada año vamos a peor.
📚 Cinco lecturas
Queremos volver a socializar. Es la conclusión que ha sacado el equipo de Investigación e Insights de Google Ads, que analiza lo que buscamos en Google. En su último informe expone cómo la vacunación y el final de las restricciones, ha disparado búsquedas como “locales para eventos cerca de mí”, “tiendas de vestidos de novia”, “conciertos”, “protector solar para la cara”, “maquillador cerca de mí” o “cuánto dar de propina”. No sé si será una nueva Belle Époque, pero parece evidente que queremos salir y relacionarnos nuevamente. Entender que Google sigue siendo una magnífica herramienta para conocer lo que nos preocupa, es interesante. En mis workshops, siempre enseño a extraer esos datos para ciudades o regiones del mundo. La correlación en diferentes estados de EEUU sobre quién buscó “pérdida de olfato” y los casos que luego se registraron de COVID-19 en marzo-abril de 2020 es casi perfecta (fuente aquí). Adelantarnos a emergencias o necesidades sociales puede ser tan sencillo como tener los datos de Google.
Ariana Grande ha organizado su propio concierto en Fortnite. Sí, tal cual lo leen. Un concierto online, de una artista de talla mundial, en uno de los videojuegos del momento. Lo hará entre este 7 y 9 de agosto, en diferentes actuaciones para los seis continentes. Se estima que esto pueda reportarle a la artista unos 20.000.000 de dólares. Los jugadores podrán conseguir una skin (representación digital) exclusiva para que su avatar en el juego tenga el aspecto de la propia Ariana Grande. Pensarán que al ser online, no hay límite. Bueno, pues sí. Lo digital y lo abundante cada vez es un discurso más matizable. De hecho, para no quedarse sin hueco ante las posibles limitaciones físicas de los servidores, la artista ha recomendado conectarse unos minutos antes para coger sitio. Todo esto no hace sino reforzar que los videojuegos son algo más que espacios de ocio: son clubes sociales masivos, donde convivir y disfrutar. ¿Recordáis cuando hablaba del metaverso? A esto me refería. Una vida digital literal. Y todas las empresas tecnológicas están detrás de ello.
Estos días ha salido a bolsa Robinhood. Se trata de una aplicación que nació para “democratizar el sistema financiero”. Puede parecer contraintuitivo entonces que una empresa así salga a bolsa. Lo que ocurre es que lo ha hecho de forma muy peculiar: ha reservado hasta 19 millones de acciones de los 55 millones que se pondrán en circulación para que los usuarios de Robinhood puedan adquirirlas de forma prioritaria. Con una valoración ya cercana a los 35.000.000.000 de dólares este gesto hacia su comunidad se une a su política de quitar las comisiones (que es su famoso discurso contra el sistema financiero). Su particular forma de ganar dinero (vendiendo los deseos de compra de los inversores) y su conexión con los millennials y la GenZ, les ha hecho muy populares en los últimos años. ¿Es sostenible esto? El tiempo lo dirá. En los documentos de salida a bolsa ha informado que la mitad de su base de usuarios es la primera vez que invertían. Una cosa es comprar unas acciones cuando somos jóvenes (todos lo hemos hecho alguna vez), y otra cosa es hacerlo cuando vamos adquiriendo patrimonio y recursos.
Antes de la pandemia, recorría hoteles y apartamentos por todo el planeta. Me gustan los hoteles con amenidades como los gimnasios, piscinas o azoteas con vistas. Pero desde que empezó la pandemia, busco hoteles o apartamentos que ofrezcan salas para videoconferencias, clases o incluso para grabar vídeos asíncronos. Pues bien, parece que no soy el único. Empiezan a comercializarse apartamentos con “salas para TikTok y Zoom”, como se han venido a llamar. Es más, creo que esto genera una oportunidad incluso para ámbitos residenciales. ¿Por qué no compartir entre vecinos espacios para poder grabar? ¿un sistema de turnos de reserva como otras zonas lúdicas? La pandemia ha cambiado nuestros hábitos y el equipamiento de nuestro hogar. Hemos traído el gimnasio a casa y la cocina cada vez la tenemos más externalizada con las plataformas de delivery. Además, hemos reservado una zona de casa para trabajar. Solo nos falta, tener un estudio de grabación o para impartir clase (silencio, buena acústica, etc.).
Supongo que ya sabes que las turbinas eólicas, dispositivos móviles, los vehículos eléctricos o los drones incorporan una cantidad muy importante de metales raros. Son minerales con nombres como itrio, lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometio o samario que a buen seguro no recordarás tras leerlos. Un total de 17 elementos químicos, con unas propiedades magnéticas y electroquímicas inigualables. Estados Unidos (fabricante de buena parte de esos activos tecnológicos), importa el 80% de esos minerales de China. En el caso de Unión Europea, importamos el 98% de China. En medio de una transición energética tan tecnológica, a buen seguro la dependencia por estos minerales no hará sino aumentar. Debería ser urgente activar Planes Estatales de prospección para encontrar estos minerales en otros lugares (China parece que “solo” tiene el 30% de las reservas mundiales). Estos días sabíamos que el mayor productor fuera de China (la empresa australiana Lynas) registraba máximos en varios años de cotización. Una buena señal para el mundo tecnológico. Nunca concentres riesgos en un mismo lugar.
🔊 Un audio
La última publicación del podcast Polymatas sobre el estatus me ha encantado. Como dice Val Muñoz al inicio, es algo de lo que se habla poco y conoce menos aún. Las sociedades (humanas, animales, etc.) necesitamos jerarquías para organizarnos y funcionar. Evidentemente, en ello, el estatus y la posición que jugamos en dicha jerarquía, siempre ha sido relevante. A mejor posición, mayor capacidad de acceder a los recursos en situaciones competitivas. Es evidente así que el Homo Sapiens ha tendido a priorizar y evolucionar con aquellos que tuvieran mejor estatus. Por eso, es lógico y humano aparentar ser mejores que otros/os o hacer creer que tenemos un mejor estatus del que realmente tenemos para tener mejor acceso a recursos. Nuestra capacidad competitiva es y ha sido siempre así el núcleo de nuestro estatus: la inteligencia, trabajar bien o tener mayores conocimientos son solo algunos de los elementos que, es lógico, resulta atractivo desde un punto de vista de evolución y relación social. Los influencers y el “deseo de sobreaparentar” en redes sociales, no es más que un reflejo de esto.
💬 Un comentario en redes sociales
Los que me habéis escuchado en conferencias o sesiones de divulgación, sabéis que siempre he alabado a la senadora Elizabeth Warren. Al menos de derecho de la competencia y el mundo digital, conoce mucho, y entiende que han ganado demasiado poder las grandes plataformas digitales de nuestra era. Sin embargo, me ha decepcionado (bastante) con sus últimas declaraciones en las que afirma que algún día la industria crypto deberá ser rescatada si no se regula a tiempo. Dejando de lado el paternalismo y asistencialismo habitual de estos comentarios, creo que es un comentario que ignora bastante cómo funciona la comunidad crypto (en la que no participo, por cierto) y cuáles son sus fundamentos estructurales. Las finanzas descentralizadas (DeFi) y sus protocolos no necesitan “liquidez” para operar (es un concepto más del sistema financiero tradicional). Tampoco hay un “punto” sobre el que entrar, y tampoco alguien nominal a quien rescatar. Conocer su arquitectura distribuida, comunal y de responsabilidad colegiada, creo que sería importante antes de entrar a hacer este tipo de valoraciones políticas. Me preocupa siempre la formación política de nuestros representantes por este tipo de cuestiones (y estamos hablando de EEUU…).
🎲 Una lectura aleatoria
Me acabo de terminar el libro “At Day’s Close. Night in Times Past”. Un relato sobre la noche, ese momento del día que las sucesivas revoluciones industriales cambiaron (electricidad, turnos nocturnos, etc.). Hasta entonces, tuvo otras formas de ser vivida. Antes de la iluminación barata y escalable y los husos horarios, era bastante común disfrutar de dos periodos de sueño de similar duración. Es decir, partíamos el sueño en dos: en ese periodo entre sueño y sueño de duermevela, meditábamos, leíamos, conversábamos o escribíamos. De ahí que se hablara, siglos atrás, del “primer sueño”. Sin luz, las calles os podéis imaginar lo que eran: identidades ocultas, valores vacíos e inseguridad, gobernaban las calles. De ahí que muchos motines (como el de Esquilache, que protagonizó una revuelta en Madrid en marzo de 1766, siendo rey Carlos III), lo primero que hacían era destruir las farolas. La luz era un activo de poder, de estatus, de orden y seguridad. Los hogares se iluminaban y calentaban con combustibles diversos: madera, paja, estiércol o grasa animal. Provocaban un olor que según lees las páginas lo percibes incluso. En definitiva, un mundo desconocido entre la Edad Media (que es cuando empiezan a llegar “masivamente” las camas a los hogares) y el periodo previo de la Revolución Industrial que os invito a disfrutar.
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