Hola, soy Alex Rayón Jerez. De #bilbao y #millennial (por los pelos).
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📷 Una imagen
¿Os acordáis del boom de los e-sports? En plena pandemia, y junto con el metaverso, subían sin parar en horas de uso. Según el New York Times, y en un ejercicio de honestidad impresionante (poseen equipos de e-sports), el crecimiento se enfría. Esto mismo está ocurriendo en la propia Twitch; hace dos años llegó a su pico, pese a que sigue teniendo millones de horas consumidas. ¿Qué está pasando? A diferencia de los juegos tradicionales, hay bastante falta de alineamiento de incentivos entre los propietarios de los clubes, las estrellas deportistas y los anunciantes. En los juegos tradicionales, los contratos millonarios de emisiones, financian buena parte de lo que ocurre. Aquí no; el visionado se emite gratis (Youtube y Twitch), y en ocasiones son los propios jugadores los que emiten su propio juego. Esto hace que los anunciantes a veces duden de si invertir en el equipo o en el jugador, pero muchas veces no en la competición. Se desagrega el “impacto” y “notoriedad”. La gente sigue jugadores, no equipos o competiciones. Una reflexión que puede aplicar a otros sectores que agregan talento.
📚 Cinco lecturas
Es evidente que la educación, a todos los niveles, afronta un reto mayúsculo en “la era de ChatGPT”. Cuando empezó el pasado 30 de noviembre de 2022 toda esta revolución, no éramos conscientes de lo rápido que nuestros estudiantes iban a empezar a usar estas herramientas. Sabemos que los softwares anti-plagios “tradicionales” no son capaces de detectar el texto artificial. Por eso, llevo días dedicando tiempo a tratar de localizar evidencia de algo que sí permita detectarlo. Y he localizado algo hace escasas horas: es esto. Unos investigadores de la Universidad de Kansas dicen que lo detectan hasta en un 99%. Detectan qué texto es humano y cuál artificial. Un halo de esperanza para el reto que abordamos en educación… y quizás también en otros campos, como el que quiere la Unión Europea para etiquetar la desinformación.
Evidentemente, el tema de la semana son las gafas de Realidad Aumentada/Realidad Virtual de Apple denominadas Vision Pro (solo el nombre, ya es muy elocuente). Es el producto más importante lanzado por Apple desde el reloj en 2014. Apple aspira a introducir en el “consumo masivo” un producto que ahora mismo tiene un precio de 3.500 dólares (el iPhone también parecía caro en su día). ¿Cómo quiere hacerlo? Con este dispositivo busca cambiar cómo interactuamos con las apps, los contenidos y los juegos. Bienvenidos a la computación espacial: no usamos apps para interactuar; entramos a un mundo virtual para “estar”. Un total de 5.000 patentes son las responsables de este desarrollo. El enfoque es muy diferente al seguido por empresas como Meta. Siguiendo la lógica del iPhone de no tener más objetos que el propio dispositivo, detecta el entorno a través de los sensores y las cámaras. Ahí empiezan a aparecer las apps de tu móvil, información de navegación (si es que te estás moviendo), etc. El dispositivo tiene unos meses por delante antes de salir al mercado. Apple quiere ganar tiempo para que la gente desarrolle apps: y es que cuantas más haya explotando el dispositivo, mejor. Y, por encima de todo: Apple cree que este dispositivo será el próximo “teléfono inteligente”. Solo denominar “el próximo….”, es que no sé si tiene claro lo que será esto.
Cuando llegó la pandemia, escribí un artículo sobre Zoom. Muchos y muchas se preguntaban cómo Eric Yuan (fundador de Zoom) había conseguido triunfar en medio de un mercado saturado de soluciones como Skype, Whatsapp, Microsoft Teams, Google Meet, etc. La explicación parece que apunta a dos elementos básicos que en el mundo tecnológico se suelen olvidar: facilidad de uso y reducción del retardo. Zoom fue creada para facilitar su utilización, en un mercado de soluciones de videoconferencias en el que la gente sufría cada vez que tenía que hacer una. Desde el comienzo peleó por tener una latencia -tiempo dedicado al intercambio de una comunicación- inferior a los 150 milisegundos. Es una cifra importante, dado que marca el punto a partir del cual las conversaciones empiezan a parecer poco naturales (tardamos en pestañear 400 milisegundos). Todo esto para deciros que es otra de las características que destaca Apple en sus Vision Pro: son 12 los milisegundos de límite que tenemos para marearnos si lo que vemos no es lo que el cuerpo siente. Las gafas de Apple lo cumplen. Tardan 12 milisegundos en analizar la imagen, procesarla y mostrarla. Es una experiencia inmersiva real. Ojo a esto.
Un último detalle del WWDC 2023 de Apple: durante el evento, Apple evitó utilizar el término Inteligencia Artificial. Empleó términos cómo “machine learning” o “ML”. Esto contrasta con lo que están haciendo Microsoft o Google, que no paran de emplearlo. Interpreto esto como que, para una empresa que mide cualquier palabra que dice, es un intento de distanciarse de sus competidores. Sí dijo que en los nuevos productos había una versión mejorada del autocorrector y del dictado a través de un “modelo de lenguaje transformer”, que es la misma tecnología base que tienen el resto de productos que emplean la IA.
Dos noticias de esta semana que parecen inconexas, pero que creo que están conectadas. La Unión Europea, pide a Google y Facebook que etiqueten el contenido generado por algoritmos de Inteligencia Artificial. Busca combatir la desinformación, dice. En esta misma línea, Japón dice que el copyright no aplica al entrenamiento de la IA. Disto mucho de ser un experto legal, pero siendo Japón, creo que puede crear precedentes. Básicamente Japón cree que las leyes actuales de propiedad intelectual no aplican a una era en la que el resultado es emergente (no predecible necesariamente por la composición de las partes), y por lo tanto no se puede “parecer” a algo original o “tener gradientes de parecido”. Llevo días diciendo esto en mis charlas. Japón quiere ser un líder en IA, y reduce barreras. Evidentemente, los artistas creo que no estarán muy contentos.
🔊 Un audio
Un documental de cuatro episodios sobre un asesinato sin resolver. Es el de María del Carmen Martínez, viuda del expresidente de la Caja de Ahorros del Mediterráneo, en España. Su yerno, Miguel López, el único acusado, habla por primera vez. Espectacular narración, que nuevamente me hace pensar que los contenidos en audio bien trabajados son súper enriquecedores. Os gustan más estas recomendaciones sobre “sucesos” que cualquier tecnología avanzada. La comunidad manda. Somos Sapiens.
💬 Un comentario en redes sociales
La IA no tiene límites en cuanto a servicios que se van a generar. Dos pruebas de ello: un nuevo tipo de cámara llamada Paragraphica. Te geolocaliza, coge datos contextuales, genera el texto automáticamente, y lo traduce a una foto que narre el lugar donde estás. Evidentemente, un texto y una imagen sintética. Probadlo aquí. Por otro lado, elegid un lugar en este mapa, que te devolverá un poema (haiku). También sé que os gustan estas cosas, Sapiens.
🎲 Una lectura aleatoria
¿Alguna vez te has preguntado por la psicología detrás de los nombres? Sabemos, desde hace décadas, que reaccionamos mejor ante los nombres fáciles de pronunciar. Nos llevamos mejor impresión. De hecho, te puede ayudar a progresar profesionalmente. La importancia de los nombres ha cambiado con el tiempo. En el pasado, los padres se preocupaban más porque los nombres de sus hijos encajaran en la sociedad. Sin embargo, en las últimas dos décadas, la tendencia se ha centrado en destacar, ya que los padres no quieren que sus hijos sean “uno más”. La era digital ha intensificado esta tendencia: Internet proyecta y expone aún más la singularidad. Existen excepciones. Por ejemplo, los nombres clásicos y comunes revelan muy poco. Nombres bíblicos como Sarah, Jacob, Daniel, entre otros, nunca pasan de moda. Son nombres que se consideran confiables y agradables, y suelen estar libres de estereotipos culturales y discriminación. A pesar de los beneficios, tener un nombre extremadamente común también presenta desafíos. Algunas personas no sienten que el nombre les pertenezca del todo, y sienten que lo comparten con muchas otras personas. En contraste, algunas disfrutan compartiendo su nombre con otras personas, sintiendo una afinidad instintiva, como si formaran parte de un club. También hay beneficios en tener un nombre común, especialmente durante la infancia cuando encajar es primordial. Por ejemplo, encontrar tu nombre en llaveros y otros recuerdos en tiendas de merchandising, o el hecho de que el nombre se traduce a través de diversas culturas y naciones, te puede ayudar a no sufrir de bullying o “especial” en una época en la que es mejor “ser uno más”. Además, los niños que no les gusta cómo se llaman tienden a experimentar problemas de autoestima. Esto y mucho más en este fascinante artículo.
📰 En medios
“Si nos llaman por trabajo, ¿debemos responder a cualquier hora?” [Grupo Noticias, 7/5/2023]
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